“Lleve de lo bueno” es la consigna, a todo grito y bulla de fiesta aparte, cuando es día de feria, una tradición a estas alturas potente y extendida, al punto de que cada vez se extiende más y más. Además de las jugosas ofertas clásicas de verdura a granel, el ingenio nacional por agregar cuadras y cuadras a un mayor concepto de «cuantohay» le ha dado más y más aire a las ferias de barrio.
Quedaríamos pidiendo agüita si nos ponemos a organizar y contar la historia de todos estos rincones de guachaquismo, vida y mundo como las gigantescas y ruidosas colmenas que resultan ser. Más aún en estos días en que ya las voces que gritan su mercado tienen acentos caribeños, selváticos y hasta con toques de creole. Sea para hacer las compras que la decencia manda o definitivamente encontrar mejores ofertas que en el súper o la misma Vega, las ferias tienen un lugar en la agenda de cualquier familia de tendencias guachacas o no. Ahora, si también se buscan alternativas para hacer negocios, deshacerse de cachitos, ropa que sobra o sencillamente hacer unas monedas con alguna mercancía variada, hay ferias que es necesario tener en cuenta y en el ojo de la mira.
Repitamos que el listado de datos de este tipo de ferias es largo y queda anunciada la voluntad de seguir indagando. Pero, bajando desde la cordillera, partamos por una donde se puede encontrar de todo: la feria que se instala en avenida Grecia, desde Tobalaba a Los Molineros.
Se puede ingresar aquí a un laberinto de una veintena de cuadras que, entre pasajes varios, ofrece una oferta importante de todo tipo de productos, a lo mercado de pulgas. Anotemos comestibles, vestuario, material de lectura, discos vinilos, recursos didácticos para niños, joyas de anticuario, menaje, juguetes dados de baja, adornos refinados, electrónica, nonni, maca o hierbas varias para todo tipo de efectos, material de estudio en idiomas varios y hasta medicina mapuche. En realidad es un todo el que se desmenuza en callejones, pasajes y el perímetro que rodea a la avenida en su sector preciso de La Faena, colindante con el barrio Ictinos. Si se cansa, puede aquí saciar hambre y sed con una oferta culinaria que ha aumentado gracias a la influencia inmigrante. No hay hambre ni sed entre ceviches, completos, hand rolls, sopaipillas, empanadas, jugos naturales, cubos marcianos peruanos, micheladas a plena luz y energéticas a precio de huevo.
La feria de Grecia es una tradición sabatina adonde no solo llega el o la guachaca; también es desfile obligado de conspicuos vecinos en busca de la ganga. El escenario no es mezquino para recrear la vista porque la pasarela de piel en verano también es destacable y, si lo que quiere es vender, los vecinos ceden su espacio para que se instale con su propuesta comercial. Cualquiera sea el interés que tenga o el ojo que le ponga, le aseguramos que de aquí NUNCA podrá salir con las manos vacías.