Tres generaciones solidarias
Carlota Quinteros, reina solidaria de 71 años, cocina en su casa junto a su hija para una olla común que funciona tres veces a la semana, además de hacer pancito que entregan los sábados, justo a la hora de la once, en la sede del club deportivo Juventud Ovalle. Su nieta Josephine y sus amiguis se encargan de entregar la comidita y recolectar las donaciones.
Y esta es Paloma Gutiérrez, coronada como coordinadora y gestora de la misma olla solidaria.
La generosidad es más fuerte que las balas
Juanita Paredes es presidenta de la Unidad Vecinal Número 3 de la villa Juan Pablo II, que lamentablemente ha hecho noticia en televisión por las balaceras, asesinatos e incendios provocados por grupos de delincuentes. Pero lo que no se divulga es el altruismo que predomina en el barrio. Sin ir más lejos, Juanita mantiene un ropero solidario en el que los vecinos pueden llevarse hasta cinco prendas por nuca. Ella trabaja hace años en el persa de Pudahuel vendiendo controles remotos pilas, cargadores y accesorios eléctricos.
De constructor a chef solidario
Juan Atabales es el encargado de la olla común de la Unidad Vecinal 17 de la villa O’Higgins. Toda su vida laboral ha trabajado en la construcción y era supervisor de obra antes de la pandemia. Hoy entrega con su equipo más de 200 colaciones, tres veces por semana.
La presidenta que se reinventa
Joany Andaur, presidenta del condominio social La Reconquista, es el cucharón principal de la olla común del sector. Esta jefa de hogar cría a sus tres hijos y, en la antigua normalidad, vendía dulces a la salida metro San Pablo. Buena para reinventarse como somos los guachacas, ahora vende verduras a domicilio.
Cariño puerta a puerta
Manuel Castro preside la junta de vecinos de la villa Ríos del Norte. Junto a su esposa, cada sábado preparan 250 almuerzos solidarios que entregan casita por casita.
¿Hay algo que no hagan estos cabros?
Katherine Leiva es la caporal de la Unidad Vecinal 12B de la villa Lautaro. Ahí partieron con una olla común y ahora además sanitizan las calles y casas del barrio, juntan mercadería, hacen todo tipo de rifas y recolectan de luquita a luquita para comprar cargas de gas y ayudar a pagar arriendos a los vecinos que están más complicados.