Es el Santo Grial que han buscado los alquimistas guachacas por siglos: un copete que no cause la temida caña del día después. Hasta ahora, nadie había tenido éxito en esta cruzada, porque convengamos que tomar cerveza sin alcohol es como bailar con la hermana. Pero un profesor británico de neuropsicofarmacología asegura haber creado una bebida que te relaja, te pone más chistoso, te inyecta el valor para declararte a ese amor imposible, pero sin las consecuencias negativas del alcohol, como la resaca. O sea, un copete sin caña.
El genio se llama David Nutt, profe en el Imperial College de Londres, quien lleva años investigando los efectos del alcohol, traumatizado por la experiencia de atender en las salas de urgencia a tantos compipas dañados por la bebida cuando trabajaba como médico. Por eso, en sus tiempos como asesor de drogas del gobierno de Reino Unido a finales de los 2000, Nutt llegó a decir que el alcohol es más peligroso para el cuerpo que el LSD o el crack, declaración que le valió ser despedido en 2009.
Tampoco es que Nutt le haga asco a tomarse un copetito. De hecho, tiene su propio bar de vinos en Ealing (Inglaterra) y reconoce que se manda su cañita de whisky de malta antes de meterse al sobre. Lo que a él le molesta son las consecuencias negativas del alcohol. ¿Cómo evitarlas sin condenarse a la abstinencia? Esa es la cuestión.
DIRECTO AL RECEPTOR
Cuando era estudiante de doctorado en 1983, buscando ya en esos años la cura a la borrachera, David dio con una droga que, si la ingerías estando en estado de alicoramiento, que le dicen, te volvía a poner sobrio de una. Para lograrlo, la droga bloquea un receptor específico del cerebro llamado Gaba, que es el principal afectado cuando se consume alcohol. Con la bebida, este receptor hace que se activen menos neuronas y que disminuya la actividad cerebral. La droga reactiva esta función a su estado normal. El doctor confirmó este milagro probando la sustancia en ratas borrachinas de laboratorio. El problema es que es demasiado peligrosa para usarla en humanos porque, si la consume una persona sobria, causa convulsiones similares a los peores efectos del síndrome de abstinencia. Además, tampoco ayuda a evitar los demás efectos dañinos que el alcohol tiene en el cuerpo, como la destrucción progresiva de la panita y el cerebro.
Al profe Nutt le gusta el copete, pero no la caña.
Pasó el tiempo y la neurociencia avanzó a pasos agigantados. Al punto que hoy se conocen 15 subtipos de receptores Gaba a los que el alcohol es capaz de unirse. Nutt, que no se había dado por vencido, logró cachar cuáles son los subtipos que producen euforia, relajación y demás efectos considerados positivos, y cuáles te joden la vida. Luego, creó una molécula que activa los puros receptores Gaba “buenos” y deja a los “malos” intactos. Así nació el copete sin caña, que bautizó Alcarelle. Dice que te alegra la vida sin arrepentimientos matutinos ni invocaciones a Guajardo. Además, tampoco provocaría adicción ni daños hepáticos.
FALTAN LUCAS
¿Qué falta para que haya Alcarelle en cada botillería? Unos 9,28 millones de euros, que es lo que cuesta hacer las pruebas de seguridad para que las agencias regulatorias lo aprueben en Estados Unidos y Europa. Adicionalmente, está el factor sabor, porque al parecer Alcarelle no es muy rico por sí solo.
Como sea, Nutt ya ha llegado demasiado lejos como para desfallecer. Hace poco se asoció con David Orren, un tipo que le puso lucas, y juntos crearon Gaba Labs. Ya lanzaron una versión naturista del elixir, pero menos potente de Alcarelle, llamada Sentia. En unos cinco años, prometen tener lista la versión a toda cueva.
Mientras esperamos, los científicos guachacas recomiendan beber con moderación, intercalar un vasito de agua por cada caña que trague e ir a pata a los carretes, para así tomar tranquilos.